EL
TAYLORISMO
El Ingeniero norteamericano Frederick W. Taylor (1856-1915) realizo un estudio
minucioso de las tareas fabriles y elaboró un sistema de organización racional
del trabajo, ampliamente expuesto en su obra Principles of Scientific
Management (1912), en un planteamiento integral que luego fue conocido como
“taylorismo”. Los principales puntos del modelo fueron determinar
científicamente el trabajo estándar, crear una revolución mental y un
trabajador funcional. Se basa en la aplicación de métodos científicos de
orientación positivista y mecanicista al estudio de la relación entre el obrero
y las técnicas modernas de producción industrial, con el fin de maximizar la
eficiencia de la mano de obra, máquinas y herramientas, mediante la división
sistemática de las tareas, y el cronometraje
de las operaciones (idea que superaría a la del taller, propia de la primera
fase de la Revolución Industrial.), más un sistema de motivación mediante el
pago de primas al rendimiento, suprimiendo toda improvisación en la actividad
industrial, intentó eliminar por completo los movimientos innecesarios de los
obreros con el deseo de aprovechar al máximo el potencial productivo de la
industria. Quedaba atrás, definitivamente, la época en que el artesano podía
decidir cuánto tiempo le dedicaba a producir una pieza, según su propio
criterio de calidad. Ahora, el ritmo de trabajo y el control del tiempo de las
tareas del trabajador estaban sujetos a las necesidades de la competencia en el
mercado. El sistema de Taylor bajó los costos de producción porque se tenían
que pagar menos salarios, las empresas incluso llegaron a pagar menos dinero
por cada pieza para que los obreros se diesen más prisa. Para que este sistema
funcionase correctamente era imprescindible que los trabajadores estuvieran
supervisados y así surgió un grupo especial de empleados, que se encargaba de
la supervisión, organización y dirección del trabajo. Este proceso se enmarcó
en una época (fines del siglo XIX) de expansión acelerada de los mercados que
llevó al proceso de colonialismo, que terminó su cruzada frenética en tragedia
a través de las guerras mundiales. La organización del trabajo taylorista
transformó a la industria en los siguientes sentidos:
- Se consigue que el conocimiento pase a los ingenieros, los oficios dejan de tener la posición preferente.
- Aumento de la destreza del obrero a través de la especialización y el conocimiento técnico.
- Mayor control de tiempo en la planta, lo que significaba mayor acumulación de capital.
- Idea inicial del individualismo técnico y la mecanización del rol.
Este
sistema conlleva un problema: el monopolio del conocimiento, interés en que ese
conocimiento no trascienda para así lograr mantener aquél régimen. Hacia 1912 y
1913 se produjeron numerosas huelgas en contra de la utilización del sistema de
Taylor ya que encuentra un rechazo creciente del proletariado, elemento que
sumado a la crisis de expansión estructural de mercado (por velocidad de
circulación de la mercancía) lo llevaría a una reformulación práctica en el
siglo XX que es la idea de Fordismo.
EL FORDISMO Y EL POSTFORDISMO
Un nuevo cambio social y cultural que rige en la actualidad.
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EL FORDISMO Y EL POSTFORDISMO
Un nuevo cambio social y cultural que rige en la actualidad.
En palabras simples y
resumidas podríamos decir que el Fordismo
es una nueva manera de organización del trabajo para la producción en
las industrias, mediante cadena de montajes
llevadas a cabo por Henry Ford en 1908 en sus fábricas de automóviles.
Este sistema se basó en
la estandarización y organización de los
procesos, es decir, dividir las tareas del proceso productivo mediante la
cadena de montaje asignándole a cada operario una tarea en especial, que la pueda realizar con mayor velocidad y
de manera simple, para reducir los
costes de materia prima, a menor tiempo
gran volumen de producción compensado
por el beneficio por unidad, logrando un precio de venta bajo. Lo cual
con lleva un aumento en los salarios de los obreros generando un nuevo cambio en la sociedad
consumidora que comenzó limitada a una clase económicamente alta a una nueva clase media, ubicada un escalón
más arriba que el proletariado, capaz de acceder a la misma compra de bienes
fabricados como el automóvil y expandir el mercado nacional.
Esto provocó un ciclo
producción masiva-consumo masivo que con el pasar del tiempo dejo de ser
innovador obligando a dejar de lado a las empresas su modelo
vertical para diseñar uno nuevo especifico
dependiendo de la calidad, en
otras palabras dejar de lado los
procesos claves para dar paso a nuevos bienes
diferenciados según los mercados, creando una nueva división en la clase
social, cambios que aun repercutan en nuestra actualidad.
FORDISMO: concepto de
los nuevos paradigmas Postfordismo y neofordismo
Realizando una reflexión sobre los actuales cambios
tanto industriales como sociales observados como consecuencia de la turbulencia
comenzada en la década de los 70 crisis del fordismo. Perfilando algo más el
concepto del Fordismo podríamos enfocarnos en las líneas sucesoras “Postfordismo”, producción de calidad diversificada y especialización
flexible y finalmente “el neofordismo”, “producción personalizada en masa”.
Los cambios acaecidos
en la década de los 70 que impulsaron a las empresas a buscar soluciones
organizativas y tecnológicas acordes con la nueva situación. Son paradigmas
directores de esta nueva era los de la especialización flexible, las
tecnologías de producción flexibles (automatización), la postmodernidad, la
globalidad y otros tantos que suponen la construcción (todavía en marcha) de
un nuevo modelo diferente de aquél
anclado en los esfuerzos seminales de Taylor y Ford.
Sin embargo, el
neofordismo representa una reinterpretación del paradigma fordista y del modelo
de regulación económica en masa a escala internacional. Supone un desarrollo de
la producción en serie hacia la diferenciación de productos; todo ello gracias
al uso de la automatización flexible y de la tecnología de la información, pero
-y esto es lo importante- sobre las bases de las mismas pautas de regulación
definidas en la era fordista, o sobre una síntesis de éstas. En este caso
neofordismo significaría evolución y postfordismo cambio y ruptura con la
situación anterior.
Para poder combatir
esta crisis y dar solución, las grandes
empresas debieron recurrir a nuevas formas y estrategias de fabricación, es decir, implementar nuevas
tecnologías mayor especialización de los operarios, la subcontratación de
mercados mas pequeños que no producían
ningún bien (acompañado de la deslocalización) bajar el numero de trabajadores
( los locales ya casi no eran necesarios) ; la contratación de trabajadores
dependerá de la demanda actual y la necesidad de producir lo necesario, dejando de lado el modelo vertical Ford abriendo
paso a una nueva etapa del sistema.
A partir de los
mediados de los años 80 en adelante desde el punto de vista competitivo en cuanto mercado local e internacional se caracteriza por una tremenda evolución,
se ha podido asistir a una diversificación
y globalización de la demanda, y a la multiplicación de las posibilidades de
aplicación ofrecidas por las nuevas tecnologías. En este nuevo contexto de
competencia fuertemente dinámica, el objetivo de las grandes empresas ha sido
el lograr responder a la variedad de los mercados a través de un control
estratégico de la demanda que llevara a su adecuada estabilización y
predicción. Consecuentemente, muchas grandes empresas han optado por una
reorganización del ciclo productivo, externalizando algunas fases intensivas en
mano de obra a las pequeñas y medianas empresas, sin dejar de dominar las
oportunidades tecnológicas y de mercado del ciclo productivo, y tratando de
orientar al mismo tiempo las tendencias de la demanda. De esta forma, un gran
volumen de inversiones estratégicas
ha sido dirigido por los grandes
grupos industriales hacia actividades de tipo inmaterial. Junto a estos a estos
procesos de cambios está ya en curso un
claro proceso de racionalización organizativa; lo que lleva a concluir (no por
evidente menos importante) que el sistema industrial en su globalidad (grandes
y pequeñas empresas) está viviendo un movimiento de transformación común.
Por tanto, actualmente
nos encontramos en una época en donde, conscientes de la evolución en marcha,
las formas organizativas y las técnicas productivas están, en su conjunto,
perdiendo la rigidez típica de la época del modelo de producción de Henry, en
términos de variedad y variabilidad de los bienes producidos (volúmenes, tamaño
de las series, tipologías y calidades). No obstante en otras palabras seria como decir que los cambios
y las innovaciones se producen bajo las mimas pautas de regulación definidas en la época fordista
, relacionando directamente las nuevas y
actuales ( aun en proceso de cambio)
procesos de producción de las macroempresas con la necesidad de solucionar la
crisis de los 70 y con estos las puertas abiertas a una sociedad inestable
consumidora y dividida según el alcance
económico de cada ciudadano podrá acceder a las distintas variedades de bienes
clasificados por calidad , durabilidad, entre otras pautas que hacen la
diferencia. Logrando una producción en masa pero de distintos productos.
Como opinión en relación al tema podríamos, no afirmar
con seguridad, pero si considerar que en la actualidad rige de manera implacable la implementación de estos dos
modelos de sistema en las décadas 70,80 el fordismo: “nuevo sistema de
producción en serie “y el Postfordismo: reestructuración del sistema
anterior. Siguen coexistiendo
simultáneamente con la única diferencia que al sistema productivo base se le va
implementando nuevas tecnologías para mejorar y agilizar la producción; así
como también cubrir con la demanda actual, exportación del mercado para mayor
beneficios en cuanto a economía,
subcontrataciones para distribución y deslocalizar, afectando la mano de obra y
obligando a una nueva forma de organización, competencia de mercado en cuanto a
innovación. En fin son muchos los cambios que acompañan a estos modelos de producción que afectaron
y beneficiaron en muchos aspectos la vida en la sociedad en cuanto estilo de vida, salarios adaptarse
a nuevas tecnologías, entre otros, paradojas muy difíciles de definirlas con exactitud.
Anexo
(...) El artículo sostiene que
los cambios en la política del consumo se han experimentado de muy diferentes
maneras. Por una parte, cambios en la clásica identidad de los grupos sociales
debido a un conjunto de factores comerciales; (…)
ALONSO,
L.E. (1994), "Crisis y transformación de los movimientos sociales en un
entorno postfordista", en Del Castillo, P. (Ed.), Comportamiento político
y electoral,
Madrid,
Centro de Investigaciones Sociológicas, pp.432-467.
Doctor en Ciencias
Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid.
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EL TOYOTISMO
Para hacer una correcta
caracterización del toyotismo y para refutar los argumentos que desde distintos
sitios salen en su defensa, conviene no sólo detenerse en los rasgos novedosos
sino también en aquellos que señalan una cierta continuidad con el modelo
taylorista-fordista. Uno de éstos rasgos, por ejemplo, es el mantenimiento de
la tradicional línea de montaje. Así, desde el punto de vista del proceso
objetivo de producción, el equipo de trabajo significa el desplazamiento del
obrero individual por los equipos de obreros que se desplazan efectuando tareas
heterogéneas a lo largo de una o varias secciones, lo que de hecho, es una
recomposición de la línea de montaje.
Otra de las
características del nuevo modelo que representa una continuidad del anterior es
lo que ha dado en llamarse la “dirección por tensión” y la
“multiespecialización”. Las obras de sociología del trabajo presentan la
“dirección mediante tensión” como una alternativa humanista al taylorismo, cuando
en realidad constituye una intensificación de la “organización científica del
trabajo” de Taylor. Los miembros del equipo tienen muy poco control sobre la
determinación de sus funciones y la dirección escoge el proceso, el marco
esencial de la producción y las tecnologías a utilizar. Por empezar, la
dirección nombra a los jefes de los equipos, quienes con la colaboración de
ingenieros industriales descomponen las tareas en sus elementos básicos y
determinan las funciones a ejecutar. Cuando las tareas son concebidas en el
equipo, son los ingenieros, jefes y supervisores del mismo, escogidos por la
dirección los que fijan los diagramas de las mismas: descomponen cada una en
gestos individuales, estudian cada movimiento, acuerdan tiempos necesarios para
cumplirlos, adaptan los actos y establecen el trabajo de tal manera que las
tareas sean más o menos iguales entre los obreros para incentivar la emulación.
El resultado final es una especificación detallada, por escrito, de los medios
a través de los cuales cada equipo hace su trabajo. A medida que la producción
se incrementa y los inconvenientes se superan, hay cada vez menos cambios en
las operaciones cumplidas. Por este motivo, “la multiespecializacíón”(TANOKO)
-tan alabada por los defensores del sistema- es un mito, porque en realidad el
Tanoko sólo afecta a trabajadores que realizan algunas tareas monótonas,
repetidas, que cambian cada pocos minutos. La empresa utiliza esta
“multiespecialización” para rotar a los obreros y obligarlos a intensificar los
ritmos de trabajo; para éstas tareas programadas, que duran 1 minuto
aproximadamente, se emplean trabajadores salidos de la escuela secundaria y se
los mantiene haciendo lo mismo durante más de 10 años.
Así, lejos de
la formación y conocimientos especiales de que nos hablan los defensores del toyotismo,
la multiespecialización significa para una inmensa cantidad de obreros una
reducción de la calificación laboral, que deja a la dirección con las manos
libres para cambiar constantemente las pautas de trabajo o la asignación de las
tareas. Por otra parte, la dirección por medio de tensión busca espolear al
máximo la utilización de los tiempos. Cada mejora impulsa a la dirección a
buscar nuevos medios para acelerar la cadencia del equipo; los cambios en las tareas
a raíz de las mejoras introducidas nunca pueden desembocar en una disminución
del esfuerzo de los miembros del equipo. Esta presión a intensificar el ritmo
de trabajo se refuerza con la aplicación del método “just in time”. Parte
esencial del método toyotista es estimular constantemente la competencia entre
los grupos obreros. La idea es tratar de romper toda forma de solidaridad de
clase, haciendo competir unos grupos contra otros, además de establecer la
competencia intra-grupal. Para eso Toyota establece índices de productividad,
de acuerdo a los cuales otorga suplementos que constituyen la mitad del salario
mensual. Esos índices son reajustados constantemente en función del nivel medio
alcanzado en la planta, lo que obliga a cada equipo a competir para aumentar su
productividad.
Otra forma es
impulsar el autocontrol y la represión del grupo sobre sus miembros. Por
ejemplo, una característica de la fábrica flexible es no contratar obreros
extras para hacer reemplazos de los ausentes, con el resultado de que al faltar
un obrero por enfermedad, el resto del grupo sufre las consecuencias.
Todo esto en
la fábrica toyotista se encuentra a su vez referido a una peculiar “mistificación
ideológica”; M.Parker y J. Slaughter señalan que el “teams’ es “una tentativa de los empresarios para
controlar no sólo el comportamiento de los obreros en la fábrica, sino también
sus sentimientos y sus ideas. El patrón explota la aspiración de los obreros a
ver valorizadas su creatividad y su inteligencia. El concepto de equipo hace
creer a los obreros que pueden ser más que una simple mano al servicio de la
fábrica: los lleva a pensar y les pide cooperar con la dirección” (1).
Pero por detrás de esta mistificación el verdadero objetivo: el aumento de la
intensidad del trabajo.
Mencionamos
más arriba el sistema “just in time”. Ante todo, dicho sistema prevé una
reducción extrema de las reservas (de insumos, materias primas, productos,
infraestructura edilicia, trabajadores destinados a la manipulación de stocks, etc.)
porque busca producir lo estrictamente necesario y para un momento dado del
proceso de producción. Las transformaciones introducidas por el “just in time”
generan condiciones para una nueva valorización ampliada del capital. Como lo
señala Coriat: ”En las industrias que funcionan sobre la base del continuo lanzamiento
de productos nuevos, donde la competencia influye menos en el costo que en los
productos, éste deseo de obtener una organización “flexible”, susceptible de
adaptarse rápidamente a las variaciones del mercado, es el origen más frecuente
de las modificaciones de la línea de montaje.
Se ha efectuado un nuevo progreso en la producción sin
depósito, mientras que se conservan en sus rasgos esenciales las ventajas
iniciales obtenidas del principio de la producción del flujo continuo” (2)
De lo anterior se deduce que el sistema justo a tiempo presenta condiciones
para una mejor adecuación del proceso de producción a las variaciones de las
demandas. Pero por encima de éste, el sistema “justo a tiempo” presiona sobre
el trabajador con vistas a lograr una mayor intensidad del trabajo. El obrero
nunca produce para la reserva, incluso si no tiene nada que hacer. Un obrero
que puede ahorrar algunos segundos de su ciclo de trabajo no debe tomar la
iniciativa de apoyar a sus compañeros a buscar otra tarea que cumplir. Es mejor
que permanezca pasivo; así la dirección y los miembros del equipo pueden
constatar que hay tiempo libre que puede ser utilizado en una tarea regular.
Esto impone una gran flexibilidad en la distribución de las tareas. A su vez,
dicha flexibilidad y la eliminación del tiempo muerto exigen y refuerzan las
características del trabajo que hemos visto. O sea, para lograr tal
flexibilidad las tareas deben ser descompuestas en unidades lo más pequeñas
posibles, cada tarea debe ser preciada de tal forma que pueda ser fácilmente
reasignada; la calificación para cada uno debe ser del nivel más bajo posible.
Por lo tanto, es obvio que el objetivo de la introducción de la flexibilidad y
la automatización es la descalificación, desorganización e intensificación del
trabajo. Y es que producir “justo a tiempo” demanda una gran tensión en todos
los puntos complejos de trabajo, porque la consigna es “continuidad”, no
detener el flujo permanente de producto.
Llegamos así a
una caracterización de lo que consideramos los rasgos fundamentales de este
nuevo modelo de organización de la producción industrial, tanto en lo que tiene
de novedoso como en lo que no, respecto al viejo modelo taylorista-fordista.
Nos resta señalar algunas de sus grietas.
ALGUNAS GRIETAS:
La grieta
principal que se abre bajo los pies del toyotismo es que el principal factor de
producción que necesita, está constituido por seres de carne y hueso, es decir,
seres en esencia conscientes y libres. El capital depende del trabajo, pues no
es otra cosa que trabajo enajenado.
Pero por fuera
de las abstracciones teóricas, en la década del noventa se han producido
grietas concretas y empíricas, sus circunstancias objetivas se conocen por un
estudio de campo realizado por estudiosos del sindicato Toyota. Sus resultados
apuntan claramente a una caída reciente de la lealtad de los trabajadores hacia
la empresa: sólo un 20% de los trabajadores jóvenes, entre los 20 y 30 años,
afirman querer seguir trabajando en la misma empresa hasta la jubilación. El
otro 80% está a la espera de una buena oportunidad para irse y
cambiar de trabajo. Otro factor de inestabilidad lo representa la dependencia
que tienen las empresas grandes de la producción realizada por los trabajadores
pertenecientes a empresas subcontratistas, mano de obra casi siempre menos
controlada, difícil y a menudo rebelde. Por supuesto que las grietas no
implican luchas generalizadas y abiertas, pero sí invisibles, a menudo sordas,
pero que siempre, en última instancia, preñan de furia la semilla del futuro.
(1) M.
Parker, J.Slaughter: “Estados Unidos: el trabajo en
equipo; ideología y realidad” Cuadernos del Sur, Número 14.
(2) Coriat, Benjamín: El taller y el
cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la producción en
masa, S XXI, México, 1991.
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